CRÓNICA

El Levante resurge a lo grande en La Cerámica (0-3)

El conjunto de Felipe Miñambres golea al Villarreal B, despeja las dudas cosechadas en las últimas jornadas y empata con los puestos de promoción de ascenso ante 1.200 seguidores en la grada que vuelven a creer en los suyos

Álex Muñoz celebra con rabia el primer gol granota en La Cerámica

Álex Muñoz celebra con rabia el primer gol granota en La Cerámica

Rafa Esteve

Rafa Esteve

El fútbol siempre da segundas oportunidades, aunque en ocasiones, cueste hacerles frente cuando la realidad es dolorosa y no dependes de ti mismo para poder aprovecharlas. Si nadie es perfecto en la vida, en el universo del balompie, donde habitan conjuntos que rozan la perfección con los dedos, el Levante no es de los más inmaculados. De hecho, acostumbrado a navegar en la imperfección, es de los que, cuando alcanza logros inolvidables, los consigue a base de sacrificio, dedicación y trabajo, pero, sobre todo, desde la ilusión de los que no están habituados a recibir alegrías en su día a día. El Levante es de los que, a lo largo de su historia, ha perdido más que ha ganado, pero da la sensación de que, en las últimas temporadas, vive inmerso en el drama, en la desgracia y en la tristeza más absoluta.

En las jornadas anteriores, el cuadro levantinista no dio argumentos para huir de su bucle de negatividad, pero su contundente victoria en La Cerámica (0-3) fue capaz de aliviar todas las penas. De dejar atrás la desilusión y recibir una alegría de las grandes, de las que permiten mantener un hilo, aunque sea mínimo, de esperanza. De momento, el Levante empata a puntos con el playoff de ascenso a Primera División, y a la espera de saber a qué distancia termina la jornada, ha puesto la primera piedra para no bajar los brazos. Para seguir remando sin descanso. Y, sobre todo, para creer en la promoción. Porque en el fútbol todo es posible. Por supuesto que es posible.

Viendo la estampa que presentó uno de los fondos de La Cerámica, con más de 1200 creyentes que no quisieron dejar de lado a su equipo pese al imperdonable tropiezo ante el Cartagena, al Levante no le faltó ni un solo motivo para dejarse la piel hasta el último segundo. Todavía quedarán finales, al igual que puntos en juego, pero todo el mundo fue consciente de que todo lo que no fuera vencer ante el Villarreal B supondría complicar, y mucho, las aspiraciones de entrar en promoción de ascenso. El conjunto de Miguel Álvarez, a tres de la salvación, no renunció a su identidad. Aquella que le catapultó a la esperanza después de ganar en casa ante el Racing de Ferrol y conquistar El Molinón. Carlos Romero, internándose en el área y exigiendo a los centrales, se encargó de buscarle las cosquillas a los levantinistas. No obstante, el Levante, tan necesitado de victorias, como ansioso de alegrías, empezó a trazar el camino hacia la victoria a los diez minutos del inicio de partido.

Álex Muñoz, atento, por si las moscas, a un lanzamiento de falta directa de Pablo Martínez, cazó el mal despeje de Iker Álvarez dentro del área para adelantar a los granotas. El sector de La Cerámica estalló de locura, al igual que un equipo que, por muy mal que salgan las cosas, siempre creyó en su potencial para escalar hacia el ascenso a Primera División. Tocará remar más de lo deseado, pero el conjunto de Miñambres, quien delegó en Pedro López tras su doble amonestación ante el Cartagena, puso la primera piedra de la ilusión mediante la figura de un Álex Muñoz que siempre dará la cara. Los procedentes de Orriols, de hecho, aumentaron sus pretensiones. Dani Gómez, recibiendo un exquisito pase con el exterior de Carlos Álvarez, se topó con Iker Álvarez instantes después en un mano a mano, para estirar a un Levante que creció en confianza. Si no, que se lo digan a Cabello, quien, en su segundo partido de titular con el primer equipo a sus 21 años, le rebaño el esférico a Álex Fores cuando el ‘9’ del Villarreal B estaba dispuesto a hacerle frente a Andrés Fernández.

Sin embargo, los chicos entrenados por Miguel Álvarez, talentosos a raudales pese a que la tabla clasificatoria lo quiera negar, pusieron en serios aprietos a los levantinistas. Es más, tocó sufrir y, sobre todo, apretar los dientes para evitar otro descalabro, por mucho que el nerviosismo entrase en las piernas de los visitantes. Andrés García fue el primero en reflejarlo, ya que sus dudas a la hora de despejar un balón o deshacerse del oponente en carrera, provocaron que Novoa se quedase solo ante Andrés, aunque sin consecuencias mayores. No obstante, un mal pase de Pablo Martínez cayó en las botas de un Ontiveros que, cruzándola desde lejos al palo corto, se quedó a pocos centímetros del empate. Más cerca, si cabe, estuvo Espigares, cuando un centro de Pablo Íñiguez, que pasó por el área pequeña con un alto porcentaje de peligrosidad, no lo empujó al fondo de las red de milagro. Pese a ello, cuando más tenso estaba el Levante, y quizás, cuando menos se lo merecía ante el claro dominio de los amarillos, entró el segundo para delirio visitante.

Sergio Lozano, con un toque sutil, se deshizo de la línea defensiva y le dio validez al desmarque de Roger Brugué, quien picándosela por encima a Iker Álvarez, abrió brecha en el luminoso. Fue, sin duda, una sensación indescriptible para todos los que acudieron a La Cerámica sintiendo al Levante en lo más profundo de sus corazones. No solo por vencer a domicilio más de medio año después, sino también por igualar a puntuación con el playoff, independientemente de que los rivales directos queden aún por jugar. Por ello, la segunda parte, con un Levante más alegre, seguro de sus virtudes y convencido de sus posibilidades, fue más llevadera, aunque el Villarreal B no quiso tirar la toalla.

Ontiveros, minutos después de la reanudación, volvió a quedarse cerca de perforar la red de Andrés Fernández, pero, por fin, a los de Felipe Miñambres les salió todo de cara. En el 52’, Dani Gómez, cuerpeando con Iñiguez y Espigares, estiró la pierna lo suficiente para cazar un centro de Andrés García desde la izquierda y poner el tercero. Un gol que noqueó al Villarreal B, pero que no bajó las revoluciones de un Levante que siguió insistiendo de cara a puerta. Después de tantas decepciones, y de oportunidades desaprovechadas, el cuadro de Felipe Miñambres resurge de sus cenizas y lanza el mensaje de que aún tiene vida y guerra que dar. “Sí se puede”, cantaron los más de 1200 que en La Cerámica estuvieron con su equipo. Porque por supuesto que se puede, Levante.